Ya se había mencionado que al final un mercado específico acaba siendo una competencia entre dos. Esa ley, la ley de la dualidad, está directamente relacionada con esta, la de lo opuesto. Ella nos dice que al optar por el segundo puesto, la estrategia a seguir está determinada por el líder. Esto se refiere a que sabemos que en un mercado, a la gente le gusta tener opciones y una sola marca no es del gusto de todos. Esos consumidores que por alguna razón no han sido seducidos por el líder, se sentirán más que felices de saber que pueden optar a algo más.En estos casos, o la mayoría de las veces funciona mejor aplicar una estrategia opuesta y diferente a la que el líder ha instituido, para poder marcar la diferencia.
Tenemos por ejemplo a Coca-Cola y Pepsi. Sabemos que una domina, que es mirar el color rojo y pensar en ella. Sin embargo la otra pisa fuerte y se mantiene con estrategias totalmente diferentes. Mientras Coca-Cola conserva y reinventa su estrategia basada en la familia, la tradición y cierto tipo de valores, Pepsi apuesta por representar la juventud, la frescura y los cambios. Va enfocándose en cada generación, en su tiempo lo hizo con la X, tal como luego hizo con los millennials y generación Z. Pero definitivamente con un enfoque muy diferente a la marca líder.
¿Qué nos enseña esto? Que el problema de muchas marcas es que intentan emular al líder en todo, y piensan que si cierta estrategia funcionó una vez, lo hará otra. Nada más cerca del fracaso y el error que eso. Nadie hace caso a los imitadores, y de tener lo mismo en dos presentaciones, la mayoría de los clientes elegirán lo que llegó primero.
Es por ello que esta ley anima al segundo puesto a innovar, a pelear, a usar en su favor las deficiencias o los huecos del líder y establecer tales como su propia fortaleza de ventas y posicionamiento. Sin dudas, sin timidez, porque cuando desarrollas una estrategia para distinguirte del líder, no puedes darte el lujo de flaquear. De esa tenacidad y constancia depende el éxito como competidor.
