Ya sabemos que una palabra puede definir determinado producto. Pero ahora se ve otro aspecto importante. Y es que es obvio que habrá mucha oferta del mismo tipo, cada cual intentando hacer la propia mucho más atractiva que sus competidores.
Eso es válido obviamente. Lo que no es nada recomendable es compartir las palabras clave. Alguna vez todos hemos escuchado eso de “Dos cuerpos no pueden ocupar el mismo espacio a la vez”, ¿cierto? Pues lo mismo aplica en el marketing de acuerdo a nuestra ley de la exclusividad.
Esta nos indica que dos empresas no pueden usar la misma palabra para posicionarse en la mente de los clientes, es inútil y muy arriesgado. Ocurre lo mismo que con las categorías, no se le puede quitar su palabra a quien ya la posee y representa. Pero es posible buscar una nueva que muestre de una mejor manera lo que nuestra empresa ofrece, enfocándose en aquello que deseamos resaltar, porque tal vez poseamos muchos atributos pero querer darles protagonismo a todos resultaría en un exceso de información que terminaría por confundir al cliente.
Por ejemplo, y retomando el ejemplo de las pastas dentales, tomemos dos marcas que conocemos bien: Colgate y Crest. Ambas en teoría sirven para lo mismo, mantener nuestra higiene bucal en perfecto estado. Sin embargo cada una eligió resaltar aquello con lo que ahora, independientemente de cual lidere el mercado, las identificamos. Mientras Colgate inmediatamente se asocia con “dientes más blancos”, Crest viene acompañada de “Menos caries”. Cuando una intenta robar la frase de la otra no los identificamos como ellas mismas. Al contrario, eso refuerza la presencia de la competencia en nuestra mente.
De ahí que una palabra tenga que ser exclusiva, para que se asocie directamente a nuestra empresa y no se preste a ninguna confusión que haga al consumidor frustrarse y decidir no elegirnos.
Hay que evitar pagar ese alto precio, y de nuestra empresa algo único e irrepetible. No olvides la ley de la exclusividad al momento de pensar en la estrategia perfecta.
